Pensamientos y pesares

En este blog, daré cabida a pensamientos personales sobre diferentes temas sin mas pretensión que dar vía libre a mis pensamientos y sentimientos.

sábado, 16 de enero de 2016

Sonrisas y làgrimas

Sonreir puede ser una forma amable de llorar
Hace muchos años recuerdo como un compañero de trabajo hacia bastante “el tonto” en el buen sentido de la palabra. Yo una vez le comente mi estupor de cómo podía estar así,  después de un maltrato que le profería el jefe que era una autentica bestia mala persona. El dijo “Es la única forma que tengo de aguantarlo”. Otro que sufría del mismo maltrato de parte del jefe estaba contando chistes, comprendí que era su estrategia para soportar ese ambiente de un trato tan tiránico por parte de una mala bestia. Comprendí que una sonrisa puede ser una máscara donde ocultar montones de malos sentimientos.

Cuando hay un factor humano detrás, y ves autenticas calamidades se que hay gente que opta por la sonrisa como un arma más en esa lucha de tener fuerzas para levantarse un día tras otro.

Ayer en el muro de uno de mis contactos leí esta historia, que me suena haberla leído en una página de opinión de un periódico hace años (igual me equivoco pero la historia me suena) y que lo explica de una manera muy correcta.

La carta dice asi:

Querido (y desencantado) familiar de mi paciente de UCI:

Así que entraste y me encontraste cantando una canción mientras colgaba aquella medicación intravenosa, ¿eh? Te quedaste un poco desconcertado y pensaste: “¿Es aquella canción de Sonrisas y Lágrimas? ¿Cómo puede estar tan contenta viendo a mi padre con un tubo en la garganta?”

Pues sí, es Sonrisas y lágrimas. Después de todo, “these are a few of my favorite things”.

Pero ahora en serio, no estoy cantando por gusto. Lo que no sabes es que canto para controlar mis nervios, para mantener la calma. Tu padre estuvo a punto de morir antes de que entraras. Estoy preocupada por él, pero no quiero que me lo notes en la cara. No quiero que te preocupes. Es mi trabajo. Sólo quiero que le demuestres tu cariño.

Sé que nos escuchaste reír y contar un chiste. Y que no lo encuentras nada divertido mientras tu madre siga confinada en esa cama, atada a todos esos monitores.

Lo entiendo. De verdad. Espero que puedas comprender que mientras tú estabas esperando fuera, despreocupadamente, nosotros salvamos a la joven de la habitación de al lado. No podía respirar. Ahora ya puede. Pensamos que no conseguiríamos intubarla a tiempo…

También reanimamos al hombre de la habitación de enfrente. Le desfibrilamos muchas veces, y yo incluso le rompí alguna costilla. Justo cuando nos temíamos que no lo recuperaríamos, lo hicimos.

El paciente de la habitación contigua no tuvo tanta suerte. Lo intentamos; recé por él, pero se fue de todos modos. Abracé a su hija y la dejé llorar en mi hombro durante 20 minutos.

Algunas veces necesitamos reír. Es lo único que sabemos hacer. Tememos que, si empezamos a llorar, no seremos capaces de parar.
Lo siento de veras si te parecí cortante cuando entraste a la hora de la visita. Sé que pensaste que estaba siendo maleducada, y que al salir te quejaste de mí diciendo: “¡debía estar deseando irse a descansar un rato, en vez de tomarse el tiempo de hablar conmigo!”

No. No me tomaré hoy ningún descanso. Y no pretendía ser maleducada. Estaba concentrada en los cambios que acababa de ver en el electrocardiograma de tu padre. Pensaba qué más podría hacer cuando su tensión se hundiera de nuevo. Porque ya le estamos administrando la dosis máxima de esos fármacos que ves ahí colgados. Sé que aún no estás preparado para decir adiós. Y yo no estoy preparada para rendirme. Eso me distrae a veces y me hace ser menos comunicativa.

Quiero que sepas que cuando veo a tu madre en esa situación, comparto tu dolor. Pienso en mi propia madre, que ya murió. Cuando veo su enfermedad reflejada en la de tu madre, tan parecidas, es como volver a abrir mi herida. No dejo que lo notes, pero me trago mis propias lágrimas mientras tú lloras.

Querida madre, mientras tú tratas de mantener la serenidad ante tu hijo inconsciente, yo tengo que esforzarme para no llorar contigo. Tu dolor me pone delante la fragilidad de los niños. Y a mí, como madre, no me gusta. Sudaría sangre para luchar por la vida de tu pequeño, de la edad que sea. Sé que podría ser mi propio hijo.

Querido amigo, siento haber tenido que irme mientras llorabas ante tu esposa enferma. Siento no poder ser más fuerte para ayudarte. Por un momento me puse en tu lugar. Imaginé a mi esposo en esa situación, y me entristecí. Entonces regresé para seguir luchando por ella. Solo quería que lo supieras.

Mi canto, mis chistes, mi comportamiento alegre, podrían hacerte pensar que soy indiferente. Mi aire distraído o mi expresión firme, que no me preocupo.

Pero lo hago.

Lo que no ves es que, cuando vuelvo a casa después de terminar una larga jornada, en ocasiones aparco el coche y lloro. Todo el estrés de luchar por ellos, todas las penas acumuladas, todas las emociones finalmente me atrapan. Entonces no canto ni río. Lloro.

Luego me seco los ojos y entro. Y abrazo a mis pequeños y a mi marido un poco más fuerte. Después me voy a la cama temprano para poder volver por la mañana, a luchar por ellos, un día más.
Solo quería que lo supieras.

Cordialmente,

Tu enfermer@ de UCI

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