Escuche hace unas semanas en un programa radiofónico negar la existencia de la turismofobia. El argumento para esta negación era que la lógica preocupación de los habitantes de las zonas que sufren el turismo la denominaron “fobia” por intereses económicos y así equiparar a quienes muestran malestar ante los continuos agravios del turismo con otras lacras como la homofobia o la xenofobia con la que intentaron equiparar. Sin embargo, esa desconfianza hacia el turista no tiene nada que ver con nada xenófobo pues no criticamos procedencias sino actitudes. 
Sin embargo, muy a mi pesar, la turismofobia existe pues yo mismo la sufro. Sentir rechazo por una persona humana, no es aceptable y desgraciadamente yo si siento ese mal sentimiento hacia cualquier persona que venga a hacer turismo. Lo malo que tienen los sentimientos es que no se pueden elegir y yo no puedo sentir más que antipatía por aquellos que llegan en épocas estivales y puentes. También aclaro que nunca agrederé ni dañaré a ninguna persona o pertenencia personal pues eso ya pasa de lo aceptable.
La convivencia con el turismo tiene cuatro fases:
- Se vive del turismo
- Se vive con el turismo
- Se vive para el turismo
- Se vive contra el turismo
Muchos ya estamos en la última fase
