Pensamientos y pesares

En este blog, daré cabida a pensamientos personales sobre diferentes temas sin mas pretensión que dar vía libre a mis pensamientos y sentimientos.

domingo, 29 de abril de 2018

El valiente relato de una mujer sobre agresiones sexuales sufridas

Triste realidad
Demasiadas veces leo en Facebook historia que conmueven y que son protagonistas gente que tengo entre mis contactos. El tema de la manada que está trayendo mucha cola ha hecho que una de las chicas que tengo entre mis contactos sea lo suficientemente valiente y cuente su experiencia. Suelo mirar que la historia tenga un mínimo de credibilidad y por algún comentario de alguna persona presente en alguno de los sucesos intuyo que esta persona no se ha inventado nada y que además es muy cabal.

No es la primera vez que alguna de mis contactos sufre algún tipo de agresión o acoso pues alguna de mis contactos me ha pasado mensajes privados que son aberrantes.  Todos son hechos puntuales pero que a lo largo de la vida de una mujer son un “suma y sigue”

Dejo aquí el testimonio con toda su crudeza.
He visto en el muro de ***** ******* una publicación, utilizando el hagstag #cuentalo, en el que expone las experiencias en las que han abusado sexualmente de ella. Relatar algo como eso, y más en público siendo un asunto tan privado, no es tarea sencilla. Sin embargo, creo que es bueno hacerlo, porque puede servir para que nuestros contactos masculinos sepan por lo que una mujer cualquiera ha tenido que pasar, y para que nuestros contactos femeninos reflexionen sobre las situaciones similares por las que ellas hayan pasado. En definitiva, si lo hago es solamente para poner mi granito de arena en la denuncia contra la cultura de la violación. Allá voy. Incluyo una experiencia de maltrato.

- 17 años. Me enrollo en un bar con un chico que me gusta. Me pide de forma demasiado insistente que vayamos al baño, pero yo no quiero ir, solo he tenido una relación sexual y ni siquiera tengo claro si considerarla como tal. Al final caigo bajo la presión, porque si me he enrollado con alguien que me gusta, ¿cómo no voy a querer ir más allá? Es ilógico, ¿no? Primera vez que practico sexo oral y quedo asqueada, enjuagándome la boca durante un buen rato.

- 18 años. Me quedo a dormir en casa de un amigo y tengo que dormir con otro conocido en la habitación del dueño de la casa. Cuando este se queda dormido, mi compañero de cama insiste durante bastante tiempo, sin que yo muestre ninguna disposición. Me rindo, abriendo las piernas para que literalmente el tío acabe rápido y me deje dormir. Le cuento a algunas personas lo que ha pasado. Algunos no me creen y otros consideran que no ha sido abuso porque yo accedí. Yo también acabo considerando que no ha sido abuso, pero de nuevo con la inevitable sensación de haber hecho algo que no quería hacer.

- 18 años. Conozco a un chico en un bar y me dice que sí vamos al baño a fumar (juro que me creo la excusa). Nos enrollamos, baja mi cabeza, me lo curro un rato, eyacula y se marcha. Mi deseo sexual no es importante.

- 18 años. Necesito un sitio donde dormir y alguien con quien ya había tenido sexo una sola vez me ofrece dormir en su casa. Acepto su invitación, pero durante la noche no muestro ningún tipo de interés en volverme a enrollar con él. Una vez en su casa, intenta enrollarse conmigo sin que yo siga mostrando disposición, pero acabo accediendo porque "se lo debo, me ha dejado dormir en su casa".

- 19 años. Me enrollo con un chico y comenzamos una especie de relación no oficial (¿follamigos?). Todo el mundo sabe que hay algo entre nosotros y cuando estamos a solas no se porta conmigo TAN mal, pero cuando estamos en público me humilla y me menosprecia continuamente. La relación no termina hasta que aparece otra persona en la ecuación, y tardo meses en asumir que he sido maltratada, aunque mi autoestima esté un poquito más en la mierda por su culpa. Tiempo después, me entero de que las personas de nuestro entorno fueron dejándole de lado por lo que veían que me hacía, pero nadie me dijo nada a mí.

- 19 años. Haciendo sexo oral, el tipo me graba desde arriba sin que me de cuenta. Manteniendo sexo consentido, se hace el despistado y me penetra por un lugar por el que yo no quería ser penetrada. Después de eso, tengo relaciones con este tío en más ocasiones y a día de hoy no consigo entender porqué soy tan tonta.

- 19 años. Un amigo que me gusta y con el que ya me había enrollado una vez me está llevando en coche. Insiste en parar para que le haga sexo oral, pero yo no quiero. Sigue insistiendo y acabo accediendo, sintiéndome mal conmigo misma una vez más.

- 19 años. Estando de fiesta, un poco borracha y sabiendo que voy a ir a dormir a casa de un conocido con más gente, me intereso por una de las personas presentes. Creo recordar que nos enrollamos, aunque no estoy segura, han pasado ya 10 años. Vamos a la casa y mi interés por esa persona ya no está, pero tenemos que dormir juntos. Me hago la dormida, intenta algo mientras me sigo haciendo la dormida. Finjo que me despierto y le digo que no quiero nada. Creo recordar que lo respeta, o tal vez insiste un poco más, pero duermo con miedo a que lo intente de nuevo y yo no sea capaz de pararle los pies.

- 20 años. Al final de la noche, ya de mañana, me voy a casa de un conocido con otra persona con la que ya me había enrollado en otra ocasión. Me acuesto con él y ambos me piden, cuando acabamos, que me acueste con el otro. Accedo porque tengo miedo, porque estoy sola, porque una vez más no siento la fortaleza necesaria para imponerme.

- 27 años. Después de haberlo dejado con mi ex, un amigo en común me ofrece quedar conmigo para hablar del tema. A mi ex le ha contado las intenciones que tiene conmigo, pero yo no sé nada. Se pasa media noche incitándome a beber para que ambos nos emborrachemos. Me intenta besar y le digo varias veces NO. Me rindo. Me intenta llevar a la habitación y le digo varias veces NO. Me rindo. Me intenta desnudar y le digo varias veces NO. Me rindo. Me intenta realizar varias prácticas sexuales y le digo varias veces NO. Me rindo. Mientras me penetra, le sigo diciendo que quiero que pare. Además de violarme, intenta que la relación sea BDSM, realizando varias cosas que hacen que la situación sea aún más desagradable. Meses después, cuando me armo de valor para hablar con él, dice que no me violó, que pensaba que yo también quería, que ambos estábamos borrachos, que el asunto es relativo, que cada uno tiene su versión.

- 29 años. Quedo con un "follamigo" en casa ofreciéndole ver una película (la cual yo quería ver de verdad). No me apetece tener sexo y se lo manifiesto mientras lo intenta con más insistencia de la que debería. Para que pare y yo pueda mentalizarme para hacer algo que no quiero, le digo que lo haremos después. Al terminar la peli, lo hago sin ganas, pero sintiendo que debo hacerlo por haberle invitado a ver una película a solas.

- 29 años. Conozco a un chico en Tinder, quedamos en mi casa y nos enrollamos. Vamos a tener sexo, pero no tenemos preservativos (vaya, se los ha olvidado, qué cosas). Baja mi cabeza, me lo curro un rato, eyacula y se marcha. Mi deseo sexual no es importante, de nuevo.

Son varias experiencias más las que me he saltado por no saber cómo describir mis sensaciones y por temor a que, una vez más, haya quién no las considere abuso sexual porque yo accedí aunque en realidad no quisiese. Quiero poner el acento no tanto sobre algo que ya todos sabemos, que muchos hombres no saben reconocer los límites. Lo que he pretendido es reflejar la confusión interna y el sentimiento de culpa de muchas mujeres que, educadas bajo el paraguas del patriarcado, hemos realizado prácticas sexuales por miedo, por impotencia, por sumisión aprendida, porque "se lo debes", porque "le has calentado", porque "no le puedes dejar así"... Y no puedo evitar preguntarme: de todas las veces en las que he practicado sexo, ¿cuántas veces hice algo que libremente deseaba hacer?

Ninguna de estas experiencias me generó un trauma tras ocurrir cada una de ellas, sin embargo, ahora al repasarlas todas y mientras las redactaba, he tenido un ataque de ansiedad. Y ahora tengo miedo a las consecuencias, al que diréis o que pensaréis los que me leáis, porque en este sistema he aprendido a sentirme culpable por permitir que abusen de mí.

Leido este testimonio el balón esta en el tejado masculino. ¿Que debemos hacer para que ninguna persona mas sufra por ser mujer?

Gracias por contarlo amiga.

Un abrazo.

Cuando los hombres somos cómplices de barbaridades como las de “la manada”

Los animales se portan mejor
Tengo mis más y mis menos con el feminismo como he dicho otras veces. Defiendo totalmente la igualdad de derechos como no podría ser de otra manera, pero siento que el feminismo muchas veces excluye a los hombres y somos los convidados de piedra en ese debate. Una mujer feminista podrá rebatir a otra mujer feminista aquello con lo que no esté de acuerdo, el hombre se tiene que callar cuando con algo discrepa. Por ello siempre estuve a favor de un movimiento de a favor de la igualdad formado por hombres pues de la misma manera nosotros desconocemos muchos de los temas que afectan solo a mujeres como pues no la sufrimos se refieran tanto a cosas que tienen que ver con el propio cuerpo de la mujer como la menstruación, la lactancia, el embarazo… o situaciones desagradables que viven a diario y nosotros no somos conscientes porque no las percibimos. De esa misma manera tampoco se saben muchas cosas que se viven a nivel masculino. Una de ellas es la necesidad imperiosa de mostrar la virilidad de continuo.

En cualquier empresa de las que he estado en los vestuarios que era ese reducto de libertad frente a los jefes donde podíamos hablar de cosas que no nos atrevíamos a decir delante de los “mandamases”. En ese ambiente estaba también el mostrar quien era el “más macho” y eso se traducía en contar las “heroicidades” del fin de semana colgando la medalla de haber follado ese fin de semana y daba igual que eso fuera de pago que cualquier mujer con dos copas de más. Quien no lo hiciera era a veces blanco de comentarios burlones.

También se decían “consejos para follar” desde el mítico de “darlas Pepermint” (crema de menta que antes se consideraba afrodisiaca) de los más veteranos al clásico de “emborracharlas” u otras barbaridades que no voy a citar aquí por quien lo pueda leer para terminar citando la triste burundanga.

La última vez que escuche la barbaridad de la burundanga, se la escuche a un chaval de veintipocos años. Este hablo de usar burundanga y al mostrar mi repulsa alego a que no seamos hipócritas que si cualquiera supiera que no le iban a pillar la usaría.

Lo peor es que ponerte del lado de la mujer puede ocurrir como primer paso que se cuestione tu orientación sexual, cosa que no tiene nada de malo pues al fin y al cabo querer a otra persona es tan natural como a mí me guste un tipo de mujer frente a otro tipo de mujer sino el que ese sea el primer paso para un bulling de vestuario.

Estas cosas han de plantearse como una lucha. No podemos permitir que unas personas por su sexo sean machacadas por mucho que nos creamos que tener un colgante entre las piernas y que nos parezca divertido usarlo nos da “superioridad”. Hay que perder el miedo a mostrar rechazo a quienes hacen comentarios similares a los del móvil de la manada porque muchos escuchamos barbaridades similares en vestuarios y encima les reímos las gracias.