Pensamientos y pesares

En este blog, daré cabida a pensamientos personales sobre diferentes temas sin mas pretensión que dar vía libre a mis pensamientos y sentimientos.

miércoles, 13 de enero de 2016

Libros que marcan a fuego

Un libro que me ha dejado huella
Recuerdo que había una frase en la que un padre intentando consolar a un hijo viendo que este se afligía, no recuerdo si ante un libro o una película le dijo: “No tienes porque llorar, esto es mentira” pero el hijo le contesto “Si, pero lo que siento es real”

He leído muchos libros a lo largo de mi vida, y muchos me han hecho compañía y me han ayudado a evadirme en momentos chungos de mi vida, otros simplemente me han ayudado a evadirme del aburrimiento o “viajar”.

Mi lectura siempre se ha caracterizado por ser “clásica” en cuanto a novelas, la generación del 98 y muy especialmente Pio Baroja del que puedo decir que me he leído la mayor parte de su obra, acompañada de otros como Ramón J. Sénder, Miguel Delibes, Camilo José Cela y un largo etc., sin olvidar algunos anteriores como las leyendas de Bécquer, La vida de el buscón de Quevedo o el anónimo “El lazarillo de Tormes”. Cuando me refiero a autores extranjeros he de nombrar a aquellos que un día me hicieron “viajar” como Emilio Salgari, o Julio Verne que además de viajar me hizo soñar. Otros extranjeros con obras más “adultas” fueron Gabriel García Marques, Herman Hesse, o Ernest Hemingway eligiendo a veces mas una obra que su autor como “Las sandalias del pescador” de Morris West.

Todo esto lejos de convertirme en un erudito de la novela me convierte en un esclavo de lo que “toda persona cultureta debe haberse leído”. Desde luego que son grandes obras las que cito y por supuesto que merecen la pena, pero desde luego no me quita mi condición de ser un esclavo de lo que “hay que leerse”. Tampoco soy de esos que se regocijan con aire de superioridad por leer “grandes obras” mientras que otros leen “vulgaridades” que están entre los líderes de ventas.

Romper con esto y reconciliarme con la novela que la tenía muy abandonada en beneficio de libros dedicados al tema de las tradiciones populares (mitología, leyendas, tradiciones…)  hizo que me animara a apuntarme a un club de lectura y descubrir “nuevos sabores”.

Reconozco que la literatura actual no me seduce demasiado. Quizás sea por que de niño abrace la literatura del siglo XIX y principios y mediados del siclo XX básicamente, pero de vez en cuando aparece un libro que te marca a fuego.  Este es el caso del libro “La ley del menor” de Ian Mcewan que tanto me ha hecho pensar y reflexionar sobre los menores, la ley, la religión…

Mañana se reúne el club de lectura y estoy deseando que llegue la hora para poner en común este libro. Yo me dedicare a escuchar pues tengo compañeros que son auténticos monstruos de la dialéctica y que tienen conocimientos muy superiores a los míos.

Se que en mi hay un antes y un después de leer este libro. Sin embargo lo de recomendar leerlo o no leerlo, depende a quien haya que recomendárselo y que inquietudes tiene.  A veces recomendar un libro es como recomendar un suculento menú a alguien que no le gusta el ingrediente principal que lo forma prefiero que la gente sea feliz con lo que lee.

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