¿Llegaremos a esto? |
Continuamente nos quejamos de lo mal que vivimos, de que cada día tenemos menos derechos y que los sueldos son cada vez más bajos, pero por otra parte la pasividad e incluso a veces incluso criticar a quien sale de esa pasividad es lo que se siente y se palpa entre la gente trabajadora.
Desahogamos nuestra rabia en la barra de un bar, escribiendo post incendiarios en internet, pero luego nos contradecimos con excesos de buenrollismo ante hechos como el puñetazo a Rajoy que están a años luz de otras muchas tropelías a las que no prestamos atención.
Recuerdo en mi infancia que la huelga estaba a la orden del día, y no solo se hacía huelga por cosas que nos podían afectar en primera persona, muchas de ellas eran incluso solidarias con un compañero despedido. Un empresario tenía que andarse con pies de plomo, pues muchas veces el cometer un exceso traía tras de sí una respuesta obrera de malas consecuencias, incluso a veces había huelgas en empresas en solidaridad con obreros de otras empresas.
También había acciones que cometían nuestros abuelos que este buenrollismo está destrozando. Por un lado el apoyo y solidaridad con los huelguistas pero por otro lado ea presion a quienes no secundaban una huelga. Acciones como echar maíz al paso de quienes no hacían huelga, el meter gallinas por las ventanas de las fabricas o incluso a que si entraban en un comercio o bar la gente se eles apartara o incluso se les negara a servirles hizo con esas medidas tan “bárbaras” y “radicales” de nuestros abuelos, que consiguiéramos los derechos que hoy en día alegremente hemos regalado gracias al “power flower”.
Ahora no sentimos que los problemas de un obrero son nuestros problemas y no nos importa ir un domingo a comprar, ni nos importa si una fábrica está mal, aunque tarde o temprano los operarios de esa fábrica y gente que depende de ella por sus condiciones de precariedad dejen de consumir arrastrando posiblemente en su caída a cualquiera de que aun conserve un empleo.
Luego está la eterna pregunta justificación de la pasividad. ¿Por qué voy a pelear por los derechos de una empresa ajena si nadie me ayudo cuando la mía estaba mal? Pues quizás por eso mismo, porque necesitamos romper ese círculo vicioso y entender que dé el futuro prospero de cualquiera depende nuestra prosperidad aunque cueste entenderlo.
Hoy es tragar con todo y tal vez si mañana vuelve el látigo aun así seguiremos justificando y tragando con todo. Prefiero a los “salvajes” de mis abuelos que a los “diplomáticos” de hoy en día. Lo siento.
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