Hay que poner remedio |
Cuando somos niños, no somos conscientes de muchas cosas que vemos como “normales” o hacemos juicios de valor simples. El que un niño se vea sometido a esta presión a veces tiene que ver cosas tan absurdas como un apellido “especial”, que tenga alguna particularidad especial como unas orejas grandes, unos dientes salientes, llevar gafas, ser tartamudo…
Yo viví en una época difícil pues estas cosas eran “cosas de niños” y pensaban que no tenía ninguna importancia que a un niño o niña se le cantaran cosas como “gordito relleno con pan y veneno” algo que para nosotros puede hacernos sonreír pero para un niño es un autentico drama que puede venir acompañado de collejas y humillaciones varias.
Chivarse a un profesor era lo peor que podías hacer, pues, el profesor normalmente decía algo así como “a ver si os respetáis” y como mucho ponía un castigo mínimo y después a la salida era todo el mundo a por el chivato bajo el grito de “El chivato paga el pato”.
Sin embargo voy a decir algo que puede molestar pero creo que en este debate se nos olvida una víctima que nadie repara en ella. Se trata del maltratador. Muchas veces el maltratador es una víctima más y lo único que hace es trasladar el malestar que sufre en casa hace una víctima inocente. Recuerdo que muchos maltratadores (no todos) solían ser chavales que llevaban zapatillas rotas y sus ropas hacían notar que la economía no era muy boyante en su familia. De alguno de ellos me entere que en su casa había graves problemas tipo alcohol, maltrato y otras calamidades. Está claro que no todos los niños que sufren esto son maltratadores, a veces son dobles victimas en casa y en la escuela y otras son víctimas y a la vez verdugos. Recuerdo una película que no recuerdo su titulo donde varios alumnos de un colegio cumplen un castigo y un chaval conflictivo confiesa a sus compañeros de castigo sus frustraciones por el trato de su padre hacia el.
En mi infancia recuerdo que en el colegio a ciertas edades venían médicos a hacernos pruebas de tuberculosis y hacernos exámenes médicos. Creo que de la misma forma que nos hacían estos exámenes médicos podrían hacer evaluaciones psicológicas de los alumnos y detectar problemas que puedan tener en casa. Si atendemos correctamente a la infancia seguro que estamos evitando más de un caso de maltrato en la infancia y en la edad adulta.
En ningún caso quiero defender a los niños maltratadores, sino evitar que haya niños maltratadores, y esto se convierte no solo en una garantía ante la infancia sino también en el futuro pues tanto quienes agreden como los agredidos pueden ser en su etapa adulta nuevos verdugos.
Mi solidaridad con todos los niños que sufren.
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