Uno de los muchos bulos que corren |
Una cosa que nunca perdono es la ligereza con la que se juzga a la gente necesitada. No es raro escuchar “pobre sí, pero tiene móvil”, “el otro día le vi en el bar tomando una cerveza”, “en el supermercado le vi coger una botella de buen vino” y numerosas frases que condenan el lujo en la pobreza que vienen de gente que no sabe que es la pobreza.
Yo he sido pobre, estando años sin cobrar y viviendo gracias a mis padres. No he sido de esos que “no han trabajado porque no les ha dado la gana” y mucho menos de “los que viven de puta madre de las ayudas” porque jamás las he tenido más allá del paro que cobre en su momento, pues muchos, muchísimos no hemos tenido derecho a ninguna ayuda. Estuve durante mucho tiempo malviviendo, y lo de malvivir no es solo por la necesidad económica sino “por no ser persona” pues estar fuera de un mercado laboral te destruye como persona. Nadie quiere no trabajar por una ayuda miserable y mucho menos aguantar todo comentario despectivo y destructivo que se hace a quienes se les considera parásitos de la sociedad.
Convertir tu vida en un perpetuo sábado no es agradable para nadie. Levantarse día tras día sin ningún horizonte de futuro no es fácil y mucho menos tener un estado de ánimo estable. Si te levantas triste te dirán que tienes que animarte y la gente se alejara de ti por el sentimiento de tristeza que transmites y si un día esbozas una sonrisa, aunque esta sea forzada te conviertes en un vividor que quieres vivir del cuento y por eso estas feliz.
Yo recuerdo que, en mi época de pobre, mirando el escaso dinero que me daban para algún capricho solía ahorrar para muy de tarde en tarde, tratando de reconstruirme, tener un momento de paz con una cerveza de marca blanca, un bollo de pan y un paquete de chorizo de un euro y poder degustar todo eso a la orilla del mar, era criticado por mi “buen vivir”. Comprarme un libro generalmente de segunda mano por cuestión de precio era todo un despilfarro.
Por ello yo jamás juzgare a un pobre por permitirse algún “lujo” de vez en cuando y permitirse ir al cine, tomarse una cerveza o cualquier otra cosa que le haga sentir un poco mejor pues aseguro que ninguno se compra un televisor de plasma con las ayudas, cuando alguien lo compra y tiene ayudas tiene un nombre, se llama fraude pues aseguro que esa persona tiene otros ingresos.
Quizás en un periodo muy breve vuelva a ser pobre, (ojalá me equivoque) pero jamás voy a permitir que nadie me juzgue en mi condición de pobre.
Yo he sido pobre, estando años sin cobrar y viviendo gracias a mis padres. No he sido de esos que “no han trabajado porque no les ha dado la gana” y mucho menos de “los que viven de puta madre de las ayudas” porque jamás las he tenido más allá del paro que cobre en su momento, pues muchos, muchísimos no hemos tenido derecho a ninguna ayuda. Estuve durante mucho tiempo malviviendo, y lo de malvivir no es solo por la necesidad económica sino “por no ser persona” pues estar fuera de un mercado laboral te destruye como persona. Nadie quiere no trabajar por una ayuda miserable y mucho menos aguantar todo comentario despectivo y destructivo que se hace a quienes se les considera parásitos de la sociedad.
Convertir tu vida en un perpetuo sábado no es agradable para nadie. Levantarse día tras día sin ningún horizonte de futuro no es fácil y mucho menos tener un estado de ánimo estable. Si te levantas triste te dirán que tienes que animarte y la gente se alejara de ti por el sentimiento de tristeza que transmites y si un día esbozas una sonrisa, aunque esta sea forzada te conviertes en un vividor que quieres vivir del cuento y por eso estas feliz.
Yo recuerdo que, en mi época de pobre, mirando el escaso dinero que me daban para algún capricho solía ahorrar para muy de tarde en tarde, tratando de reconstruirme, tener un momento de paz con una cerveza de marca blanca, un bollo de pan y un paquete de chorizo de un euro y poder degustar todo eso a la orilla del mar, era criticado por mi “buen vivir”. Comprarme un libro generalmente de segunda mano por cuestión de precio era todo un despilfarro.
Por ello yo jamás juzgare a un pobre por permitirse algún “lujo” de vez en cuando y permitirse ir al cine, tomarse una cerveza o cualquier otra cosa que le haga sentir un poco mejor pues aseguro que ninguno se compra un televisor de plasma con las ayudas, cuando alguien lo compra y tiene ayudas tiene un nombre, se llama fraude pues aseguro que esa persona tiene otros ingresos.
Quizás en un periodo muy breve vuelva a ser pobre, (ojalá me equivoque) pero jamás voy a permitir que nadie me juzgue en mi condición de pobre.
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