Trozos de vida a precio de saldo

Trozos de mi vida que van para un mercadillo

Cada vez que paseamos por un mercadillo de segunda mano normalmente solemos buscar algo que nos atraiga y que sea barato en buen uso. Yo suelo comprar mucho de segunda manos y veo como hay algunos libros con dedicatorias, a veces de amigos-amores, a veces del escritor a su comprador.

Hay distintos motivos por los que un objeto vuelve a entrar en el mercado una segunda vez. A veces porque se ve como un trasto que solo coge polvo y no hace más que estorbar, pero otras muchas veces hay retales de una vida. Objetos que significaron mucho para sus dueños y que hoy en día por diferentes motivos acabaran en una mesa de un mercadillo a precio de saldo en unos casos y en otros ante la ignorancia de quien vende al comerciante del mercadillo y la astucia de este comerciante, artículos que valen mucho dinero por diferentes motivos, se venderán al comerciante de turno  por cuatro perras para que acabe vendido a precio de coleccionista.

lo que poca gente repara es que esos objetos que están sobre las mesas son trozos de vidas y que detrás de ellos hay muchísimas vivencias. A veces son “tesoros” de una persona que ya dejo de existir y cuyos herederos no vieron en esos “tesoros” más que un grupo de trastos que no hacían nada más que estorbar. Otras veces problemas económicos llevan a desprenderte de esos objetos, o rupturas sentimentales, falta de espacio ante la llegada de un bebe, y otros muchos motivos.

Yo por cuestiones de la vida, me he desprendido de más de 500 CD´s de música (no exagero), más de un centenar de libros y varios objetos que un día fueron importantes, incluso regale mi cadena de música que hoy en día no tengo. Algunos de estos objetos están en manos de buenos amigos, otros muchos, la mayoría, han acabado en mesas de mercadillos solidarios. Mañana mismo llevare una veintena de CD´s para un mercadillo solidario. No sé quien los comprara, ni sé que trato se les dará. Me da por pensar en todo aquello que un día tuve, con dos sentimientos contradictorios, por un lado pena por lo que un día tuve, pero por otro lado alegría porque gracias a ello, alguien pudo gozar de algo de ayuda.

Por eso cada vez que voy a un mercadillo, pienso en todos esos “trozos de vida” que están en esas mesas y procuro dar a lo que compro un buen trato.