Todos tenemos sentimientos aunque los ocultemos |
Estoy muy acostumbrado a leer en redes sociales textos donde se habla sobre la mujer, sobre sus miedos, inseguridades, injusticias… sin embargo nadie escribe sobre hombres, parece ser que el hombre no tiene miedos, inseguridades, no e cometen injusticias sobre él, no tiene miedos, no se le juzga por su físico, no se le cosifica. Etc.
Los hombres al igual que las mujeres tenemos nuestros miedos e inseguridades e incluso también sufrimos violencia por parte de las mujeres, aunque en esto se lleven las mujeres la peor parte, no es cuestión de números sino de justicia.
Todo el mundo repara en las Barbies y en lo mal diseñadas que están pero nadie repara en algunos muñecos infantiles que muestran modelos masculinos. Todo el mundo habla de las mujeres obesas pero nadie habla de los obesos. Incluso cuando se habla de igualdad se soluciona no quitando la injusticia hacia las mujeres sino sometiendo al hombre a las mismas injusticias. Por ejemplo muchos ven eso concursos de belleza como algo denigrante para las mujeres y realmente lo es, ¿Cuál es la solución?, pues muy fácil tener además de una miss un mister por no hablar del tema estético. Se pretende que la mujer sea una gran consumidora de productos de belleza, y ahora al hombre se le obliga a pasar por el mismo tamiz pues que el hombre sea consciente de que el hombre deba renunciar a su aspecto para “mejorarlo” da dinero a las empresas de belleza.
La sociedad tiene asumida desde la niñez que hay cosas imperfectas y desde la niñez se utilizan como arma de marginación y acoso. Creo que muy pocos podemos tirar la primera piedra si hablamos de no haber usado palabras despectivas en nuestra infancia hacia un niño obesos, con las orejas prominentes, nariz larga, dientes salidos o cualquier particularidad que ya desde niños sabemos que no son “buenas”. La madurez no cambia eso, simplemente te dicen como no debes de ser y que lo puedes coneguir no serlo soltando por el camino unos cuantos billetes.
El hombre sigue siendo invisible en esta guerra y que no levante la voz no vaya a ser que se pierdan dividendos en algún sitio.
Voy añadir un texto que me he encontrado esta mañana en facebook y que me ha hecho reflexionar, pues habla sobre las dos caras de la moneda.
Los hombres al igual que las mujeres tenemos nuestros miedos e inseguridades e incluso también sufrimos violencia por parte de las mujeres, aunque en esto se lleven las mujeres la peor parte, no es cuestión de números sino de justicia.
Todo el mundo repara en las Barbies y en lo mal diseñadas que están pero nadie repara en algunos muñecos infantiles que muestran modelos masculinos. Todo el mundo habla de las mujeres obesas pero nadie habla de los obesos. Incluso cuando se habla de igualdad se soluciona no quitando la injusticia hacia las mujeres sino sometiendo al hombre a las mismas injusticias. Por ejemplo muchos ven eso concursos de belleza como algo denigrante para las mujeres y realmente lo es, ¿Cuál es la solución?, pues muy fácil tener además de una miss un mister por no hablar del tema estético. Se pretende que la mujer sea una gran consumidora de productos de belleza, y ahora al hombre se le obliga a pasar por el mismo tamiz pues que el hombre sea consciente de que el hombre deba renunciar a su aspecto para “mejorarlo” da dinero a las empresas de belleza.
La sociedad tiene asumida desde la niñez que hay cosas imperfectas y desde la niñez se utilizan como arma de marginación y acoso. Creo que muy pocos podemos tirar la primera piedra si hablamos de no haber usado palabras despectivas en nuestra infancia hacia un niño obesos, con las orejas prominentes, nariz larga, dientes salidos o cualquier particularidad que ya desde niños sabemos que no son “buenas”. La madurez no cambia eso, simplemente te dicen como no debes de ser y que lo puedes coneguir no serlo soltando por el camino unos cuantos billetes.
El hombre sigue siendo invisible en esta guerra y que no levante la voz no vaya a ser que se pierdan dividendos en algún sitio.
Voy añadir un texto que me he encontrado esta mañana en facebook y que me ha hecho reflexionar, pues habla sobre las dos caras de la moneda.
Marina llega al instituto de secundaria. Lleva un bolso cargado con su vida. Viene a hacer un taller con chavales y chavalas de 15 y 16 años. Les pide que dibujen a tamaño real y desnudos a su hombre y su mujer ideal. Dibujos espectaculares. Él: tío cachas, moreno, ojos claros y miembro generoso y depilado. Ella: rubia, con ojazos, buenas tetas y buen culo. Risas entre el auditorio. Ellos se explican: «Que tenga buen culo para agarrarla bien, que sea más bajita, simpática, inteligente, y lo más importante, activa sexualmente, pero solo conmigo, no en general».
Y ahí Marina inicia su exhibición: «Pero no todo va a ser cuerpo, si no yo no me comería un rosco. En todas las clases tengo la esperanza que me dibujen, y nunca lo hacéis». Caras de póquer. «Replicáis un estereotipo. Yo estoy gorda y me gusta. Y me miro al espejo y me digo: 'Qué guapa te has levantado esta mañana'. Pero a mí no me dan trabajo por ser gorda». «¿Quién nos dice cómo tenemos que ser?». Un chaval, de los que antes se reía, se lanza al ruedo y reflexiona. «La sociedad nos lo impone. Que el hombre no puede fallar, no puedes llorar, tienes que ser fuerte».
Marina aplaude, pero no se conforma. Habla de películas, las de Disney, donde las princesas necesitan ser salvadas. Luego, de adolescentes, 'Crepúsculo', donde es maravilloso morir por amor. O la televisión que fomenta estereotipos masculinos y femeninos vacíos. Remata la función con letras de canciones actuales: «Si el amarte me cuesta la vida... Probarte es un acto suicida», «entera y tuya, aunque mi vida corra peligro», «una mujer que no diga ná...». Los chavales ya han dejado el cachondeo a un lado. Y lo tienen claro: «La mujer es utilizada como objeto sexual».
Un paso al frente
Marina lo ha conseguido. Falta la guinda y les pregunta: «Y, ¿cómo me veis?». Los muchachos, en menos de media hora, ya la admiran: «Te haces valer», «estás segura de ti misma», «tienes carácter», «no te importa lo que piensen los demás». Ella se gusta: «¿Nadie va a decir que estoy buena?». Últimas risas, los tiene en el bolsillo... antes de que les suelte: «Vale, pues me maltrataron». Silencio. «Fui víctima de violencia de género a los 15 años, como vosotros. De los 15 a los 19. A mi me manipuló, me chantajeó, me insultó, me humilló, me pegó, me escupió, me violó, me quemó, me pegó otra vez, otra vez y otra vez. Y me daba igual». Las caras de los chavales no dan crédito.
Marina ha dado un paso al frente, como las valientes que deciden abrir un camino no explorado. No quiere dar pena. Quiere que el maltrato no sea un estigma para nadie. Por eso no tiene miedo de explicar su historia en 'prime time'. Su testimonio es un tesoro. Y puede conseguir más que mil campañas de concienciación. Que nadie piense: «Pobrecita, Marina». No. Que piense que su ejemplo nunca lo van a olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No dudes en dejar tu opinión.