Todo un principio |
Sin embargo mas allá de su drama que indudablemente lo tenía, y nuestra falta de empatía juvenil hacia ese problema, había algo que no repare hasta pasados varios años, que esa persona dentro de su estado era una persona feliz.
Leyendo una novela cuyo título ahora no recuerdo había un psiquiatra que se maldecía porque su trabajo consistía en volver a la gente a la realidad. En uno de sus capítulos decía como una enferma todos los días le presentaba su “nuevo hijo” y le veía tan feliz que decía que si seria por el no la curaría y le dejaría seguir siendo feliz con sus hijos imaginarios. En otra ocasión en otra novela cuyo nombre tampoco recuerdo, otro psiquiatra decía que había trastornos psiquiátricos que el trataba de dar solución por obligación, no por devoción viendo lo felices que eran en su estados alterados.
Yo me quedo con la opinión de esos psiquiatras de la ficción y desde entonces a los locos que en su delirio son felices, les miro con sana envidia.
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