La patria de una persona es su infancia, decía Pio Baroja en su novela “Las inquietudes de Shanti Andia” que fue donde aprendí esa frase de Rainer Maria Rilke y creo que nunca pudo estar más acertado.
Yo digo que tengo tres patrias dos que quiero mucho y una que “nos llevamos bien”
La primera patria es la más
bonita pues es la misma que la patria de Baroja. La infancia, ese mundo mágico del
que nos sentimos destierro cuando a nuestra biología le da por crecer e incluso
a veces por “madurar”. Ese destierro empieza entre prados asfaltados, casas
derribadas, personas que nos dejaron, productos que fueron tesoros de la
infancia que ya no se fabrican o comercializan (dulces, juguetes, baratijas,
publicaciones) y que en caso de que se fabriquen o comercialicen de nuevo un mal bloqueo mental
nos impediría disfrutar con ellos y eso que este patriotismo de la infancia crece con la edad.
La segunda patria es la del romanticismo, de tierras verdes, húmedas y cielos grises. Una patria que no tiene más fronteras que un color. Una patria donde mi apego esta a un paisaje y un clima y no a unas fronteras y un mapa.
Por último, la última con la que me llevo bien que es mi tierra vasca. Sé que mi postura es algo contradictoria con mis dos patrias anteriores, pero en cierta manera tiene que ver con la primera. La tierra que pise en mi infancia y juventud, no deja de ser la tierra donde tengo ese montón de sentimientos que me atan a ella. Esas vivencias de ser la tierra donde jugué, donde tuve las personas que marcaron mi vida, donde me enamoré por primera vez, donde recorrí montones de calles, prados y caminos.
Sin embargo, soy “patriota” de mi infancia, hoy en día enterrada en asfalto, desperdigada en esos rincones del olvido que llaman cementerios y a veces surgiendo algún fantasma entre libros, o electrónicamente en páginas del ciber espacio como Wallapop, Toda colección o alguna página nostálgica dedicada a quienes fuimos a EGB.
Luego alguien estúpidamente decide que la patria es un himno, una bandera y ser mejor que otro al que hay que mirar con superioridad por no tener un azar que haya determinado nacer en un sitio y no en otro y tras una bandera comienzan los conflictos. Por eso cada vez que veo a alguien con la bandera me viene a la mente esa frase simplona y surgida posiblemente sin mucha reflexión pero no por ello sin razón de “un patriota, un idiota”
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