Hace unos días leí que, en algunas clínicas veterinarias británicas,
cuando un perro va a ser dormido encienden una vela en el recibidor para
indicar a la gente que un perro está en ese difícil tránsito y con esa vela se
indica a quienes están presente que guarden un mínimo de respeto ante esos
últimos momentos de un ser que pudo haber sido la compañía de un solitario, la medicina
de un enfermo, la alegría de un deprimido, el guardián de un niño, o la
liberación de un perro maltratado cuyas circunstancias vitales determinan que
es el momento de partir.Son verdaderos ángeles
Me gustaría que esta bella tradición recorra el mundo y se encienda una vela cada vez que algún animal cruce esa última puerta que estamos también condenados a traspasar.
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