Los animales se portan mejor |
Tengo mis más y mis menos con el feminismo como he dicho otras veces. Defiendo totalmente la igualdad de derechos como no podría ser de otra manera, pero siento que el feminismo muchas veces excluye a los hombres y somos los convidados de piedra en ese debate. Una mujer feminista podrá rebatir a otra mujer feminista aquello con lo que no esté de acuerdo, el hombre se tiene que callar cuando con algo discrepa. Por ello siempre estuve a favor de un movimiento de a favor de la igualdad formado por hombres pues de la misma manera nosotros desconocemos muchos de los temas que afectan solo a mujeres como pues no la sufrimos se refieran tanto a cosas que tienen que ver con el propio cuerpo de la mujer como la menstruación, la lactancia, el embarazo… o situaciones desagradables que viven a diario y nosotros no somos conscientes porque no las percibimos. De esa misma manera tampoco se saben muchas cosas que se viven a nivel masculino. Una de ellas es la necesidad imperiosa de mostrar la virilidad de continuo.
En cualquier empresa de las que he estado en los vestuarios que era ese reducto de libertad frente a los jefes donde podíamos hablar de cosas que no nos atrevíamos a decir delante de los “mandamases”. En ese ambiente estaba también el mostrar quien era el “más macho” y eso se traducía en contar las “heroicidades” del fin de semana colgando la medalla de haber follado ese fin de semana y daba igual que eso fuera de pago que cualquier mujer con dos copas de más. Quien no lo hiciera era a veces blanco de comentarios burlones.
También se decían “consejos para follar” desde el mítico de “darlas Pepermint” (crema de menta que antes se consideraba afrodisiaca) de los más veteranos al clásico de “emborracharlas” u otras barbaridades que no voy a citar aquí por quien lo pueda leer para terminar citando la triste burundanga.
La última vez que escuche la barbaridad de la burundanga, se la escuche a un chaval de veintipocos años. Este hablo de usar burundanga y al mostrar mi repulsa alego a que no seamos hipócritas que si cualquiera supiera que no le iban a pillar la usaría.
Lo peor es que ponerte del lado de la mujer puede ocurrir como primer paso que se cuestione tu orientación sexual, cosa que no tiene nada de malo pues al fin y al cabo querer a otra persona es tan natural como a mí me guste un tipo de mujer frente a otro tipo de mujer sino el que ese sea el primer paso para un bulling de vestuario.
Estas cosas han de plantearse como una lucha. No podemos permitir que unas personas por su sexo sean machacadas por mucho que nos creamos que tener un colgante entre las piernas y que nos parezca divertido usarlo nos da “superioridad”. Hay que perder el miedo a mostrar rechazo a quienes hacen comentarios similares a los del móvil de la manada porque muchos escuchamos barbaridades similares en vestuarios y encima les reímos las gracias.
En cualquier empresa de las que he estado en los vestuarios que era ese reducto de libertad frente a los jefes donde podíamos hablar de cosas que no nos atrevíamos a decir delante de los “mandamases”. En ese ambiente estaba también el mostrar quien era el “más macho” y eso se traducía en contar las “heroicidades” del fin de semana colgando la medalla de haber follado ese fin de semana y daba igual que eso fuera de pago que cualquier mujer con dos copas de más. Quien no lo hiciera era a veces blanco de comentarios burlones.
También se decían “consejos para follar” desde el mítico de “darlas Pepermint” (crema de menta que antes se consideraba afrodisiaca) de los más veteranos al clásico de “emborracharlas” u otras barbaridades que no voy a citar aquí por quien lo pueda leer para terminar citando la triste burundanga.
La última vez que escuche la barbaridad de la burundanga, se la escuche a un chaval de veintipocos años. Este hablo de usar burundanga y al mostrar mi repulsa alego a que no seamos hipócritas que si cualquiera supiera que no le iban a pillar la usaría.
Lo peor es que ponerte del lado de la mujer puede ocurrir como primer paso que se cuestione tu orientación sexual, cosa que no tiene nada de malo pues al fin y al cabo querer a otra persona es tan natural como a mí me guste un tipo de mujer frente a otro tipo de mujer sino el que ese sea el primer paso para un bulling de vestuario.
Estas cosas han de plantearse como una lucha. No podemos permitir que unas personas por su sexo sean machacadas por mucho que nos creamos que tener un colgante entre las piernas y que nos parezca divertido usarlo nos da “superioridad”. Hay que perder el miedo a mostrar rechazo a quienes hacen comentarios similares a los del móvil de la manada porque muchos escuchamos barbaridades similares en vestuarios y encima les reímos las gracias.
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