Los árboles de mi infancia |
Recuerdo que en los tórridos veranos castellanos teníamos
prohibido en las horas de máximo calor a cualquier otro sitio que no fuera el
plantido para estar protegidos del agobiante calor estival. Este era un lugar
arbolado donde nos encantaba jugar y pasábamos horas y horas sin más juguete
que piedras, palos y en ocasiones latas vacías de conservas que nos hacían
volar la imaginación y construir montones de edificios como establos, fuertes
para indios y vaqueros, cuarteles militares con la única ayuda de la
imaginación. Muy de tarde en tarde,
alguien bajaba soldaditos de plástico que no median mas de un centímetro cada
uno, o unos indios y vaqueros y entonces esos montones de piedras y palos
cobraban vida. Cuando mi infancia quedo atrás ese lugar quedo talado arrancando
de cuajo una parte de mi infancia. Esos árboles estaban destinados para ello
pues era un sitio privado y que estuviéramos allí era solo por permisividad de
su dueño. Ayer al volver a ese pueblo de mi infancia vi como a lo lejos se
divisaban otra vez altos árboles y decidí alargar un poco la ruta para ver in
situ y volver a pisar aquel territorio de mi infancia. Como cruel broma una
valla impedía pasar a ese lugar que en su día fue nuestro territorio infantil metiendo parte de mi infancia en una jáula.
Esa valla, marcaba como cruel broma una frontera entre lo que fue y ya no será y me recordo aquella frase de Manrique "Cualquier tiempo pasado fue mejor".